La región ofrece variados matices y colores en cada estación del año. El visitante siempre tendrá la posibilidad de sorprenderse ante las tonalidades del paisaje: absolutamente verde en verano, ocre y amarillo en otoño, multicolor en primavera e increíblemente blanco en invierno. Para 1910, la población rural y urbana de San Carlos de Bariloche era de 1.250 habitantes y en la colonia se criaban vacas y unas pocas ovejas. En tanto, la producción agrícola cubría 775 hectáreas de sembrados de trigo, avena y cebada, hortalizas y pastos finos. Se habían plantado casi 10.000 frutales.

La ciudad, que ofrece una completísima variedad de alojamientos, servicios y comercios, es una mezcla de gran urbe con vida pueblerina donde se funden su pasado indígena, su cultura europea y sus costumbres provincianas.

En la década del ´50 San Carlos de Bariloche comenzó a recibir grupos de jóvenes argentinos que se encontraban cursando el último año de la escuela secundaria. Poco a poco esta modalidad se hizo eco en todo el país y fue adoptando las modalidades de viaje de egresados o viaje de estudios.

En los años ´70, un popular programa televisivo de competencias nucleaba a estudiantes que finalizaban la escuela secundaria y los premiaba con un viaje a Bariloche para todo el curso. Ello no sólo popularizó la realización de viajes de fin de curso, sino que definió a Bariloche como la “meca” nacional del turismo estudiantil, cualquiera sea su motivación.

La ciudad fue adaptándose a las características de la actividad, y ésta al ritmo de vida local, procurando la convivencia armónica entre ambas. También la oferta de servicios turísticos fue dando respuesta a las exigencias de este mercado, generando interesantes propuestas con una variada gama de alternativas.

En la actualidad, el Turismo Estudiantil es un segmento importante de la demanda turística de San Carlos de Bariloche, representando una significativa fuente de recursos y empleo para la economía local. La temporada fuerte se extiende de abril a enero del año siguiente.