Bariloche comenzó a dar sus primeros pasos en la industria turística como destino exclusivamente de verano. En la década del ‘50 llegaban a sus bosques y lagos grupos de jóvenes que disfrutaban de las colonias y campamentos que organizaban los colegios religiosos de Buenos Aires. Todavía hoy quedan los recuerdos de los grupos de maristas, Don Bosco o salesianos que poblaban las orillas de los lago Moreno, Gutiérrez, Guillelmo y Nahuel Huapi.

Muchos de esos grupos continuaban viajando a Bariloche aún mucho después de haberse graduado, formando verdaderas “comunidades” de amigos que cada año se encontraban en Bariloche para disfrutar del verano. Con el apogeo de la actividad de nieve (hacia finales de los `60), la llegada de jóvenes se incrementó también en invierno, transformando a la ciudad en un verdadero centro recreativo para los jóvenes de todo el país.

Con la profesionalización de los viajes de egresados, Bariloche definitivamente se transformó en el destino preferido de miles de jóvenes turistas. Ya son más de 100 mil los que cada año llegan a celebrar un último encuentro después de haber compartido todo un ciclo educativo. Y en esta década, además, también son miles los que arriban desde distintos países de América como Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, Venezuela o Colombia. Dentro de poco tiempo, Bariloche será la capital del turismo joven de América latina. Al mismo tiempo, también ha sido descubierta por jóvenes de todo el mundo que cada verano imitan a aquellos pioneros de los campamentos en los lagos. Cada verano, la mayoría de los turistas que llegan son europeos jóvenes, que disfrutan de todas las actividades que propone la montaña. Y a ellos se suman los jóvenes de países limítrofes y de Israel, que transforman a la ciudad en una verdadera “Babel” llena de juventud.

La historia del turismo joven se escribe en esta ciudad todos los días, profesionalizando servicios, concientizando sobre el cuidado del medio ambiente, promoviendo las actividades en la naturaleza y permitiendo, en todos los ámbitos de la ciudad, un intercambio entre jóvenes de todo el mundo que completan el atractivo único que Bariloche significa para toda la vida de quienes la visitan.